El arca de Noé del siglo XXI

2 03 2008
Debido al cambio climático las temperaturas globales variarán considerablemente, por lo tanto, muchas especies desaparecerán ya que necesitan un rango de temperatura concreto.
Para evitar que se extingan los vegetales, Noruega acaba de abrir en una isla del Círculo Polar Ártico una bóveda que albergará las semillas de todo el mundo. Se han recibido por el momento 100 millones de semillas provenientes de más de un centenar de países. Cada especie puede contener cientos de semillas, ya que la bóveda puede almacenar 4 millones y medio de muestras.
Esta reserva vegetal intenta conservar especies únicas de importantes alimentos y de distintas variedades de especies muy utilizadas para la alimentación. Las semillas se podrán utilizar ante una pérdida masiva debido a un desastre natural o producido por el hombre para poder comenzar de nuevo la producción agrícola.
Para que se conserven en perfecto estado las semillas, la bóveda está construida a 130 metros de profundidad de una montaña congelada. La instalación está edificada para soportar terremotos, ataques nucleares, y podría soportar los cambios de temperatura que se pudiesen originar por el cambio climático.
Gipuzkoa tiene previsto abrir un homólogo, aunque de menores dimensiones, ya que sólo almacenará simientes de especies raras o amenazadas, y trabajará para preservar la biodiversidad autóctona. Contará con un laboratorio preparado para cultivar las semillas in vitro y una unidad de biología molecular para estudiar el material genético. Este banco de semillas guipuzcoano se sumará a los otros ya existentes en España, como el primero llevado a cabo por la Facultad de Ingenieros Agrónomos de la Politécnica de Madrid o el de Andalucía.




Los aditivos alimentarios

7 08 2007

Un sándwich de jamón y queso, un refresco de cola, patatas fritas, una lata de atún, etc. En la mayor parte de los alimentos que ahora nos podemos encontrar en el supermercado contienen los llamados aditivos.

¿Qué son los aditivos? En España se considera aditivo a las sustancias añadidas de forma intencionada a los alimentos para mejorar su conservación y sus propiedades físicas, sabor, apariencia, etc., pero que no aumentan el valor nutritivo de dicho alimento.

Es una parte importante del alimento, por lo que está debidamente controlado por las instituciones para el cumplimiento de la legislación vigente. Por lo tanto, si se quiere añadir un aditivo a un alimento tiene que cumplir unas determinadas normas de uso:
– Utilizarlos sólo si son necesarios.
– Usarlos en condiciones de pureza.
– Que se puedan identificar análisis químicos sencillos.
– Que no supongan un peligro para la salud.
– Respetar las
dosis diarias aceptables.
– Ser un aditivo permitido según la legislación vigente.

Para saber si el alimento que vamos a consumir tiene algún tipo de aditivo, hay que fijarse en la etiqueta, en la parte de ingredientes. Se distinguen por su nomenclatura, que es la letra “E” seguido de un número (E-621). Esta codificación indica, aparte de tratarse de un aditivo, que está regulada por la Unión Europea y que, por consiguiente, tienen un gran control. También se puede encontrar en ve de la codificación con la letra “E” su nombre científico. En la parte del etiquetado de los ingredientes, el orden de estos significa la concentración que tienen en el producto. Por lo tanto, si un aditivo está delante de algún otro ingrediente quiere decir que está en mayor cantidad.

Estas sustancias se dividen en distintas clases, como son los que modifican las características organolépticas (el color, sabor y el aroma), los estabilizantes de características físicas y modificantes de la textura (emulgentes, emulsionantes, gelificantes, antiespumantes, antiaglutinantes, endurecedores, humectantes, anticristales, acidulantes, alcalinizantes y neutralizantes), los que inhiben la alteración del alimento (químicos y biológicos) y los correctores y mejoradotes (mejoradotes de la panificación, correctores de la vinificación y los reguladores de maduración).

A los aditivos no se les puede considerar ni buenos ni malos, sólo se le puede denominar así según la concentración de dicho aditivo en un alimento, lo que le puede llegar a ser perjudicial para la salud. A veces hay un rechazo a dichas sustancias debido a que con ellos parece que se da una imagen del alimento que no es la propia, ya que se puede vender con mayor calidad que la que tiene si se modifica el aspecto. También se puede considerar que existe un engaño pues se puede utilizar potenciadores del sabor para rebajar la cantidad de fruta en yogures o en los sobres de sopa.

Pero no todo es malo, ya que con los aditivos se alarga la vida del alimento y se asegura muchas veces la ausencia de algún tipo de contaminación en el alimento. En la antigüedad ya se hacían determinados tratamientos para que se pudiesen conservar en épocas de escasez de alimento, como puede ser el salazón, el ahumado, la desecación, o hasta la uperización de la leche. Aún en día se siguen usando estos métodos para alargar las posibilidades a los alimentos, y se ha dado un paso más con el descubrimiento de los aditivos.

Los aditivos pueden ser de origen natural o elaborados en laboratorios. Tanto uno como otros han dado algún problema de alergia en personas con alguna intolerancia alimentaria.

Cada aditivo tiene una función específica por la que se añade al alimento:
Colorantes: se añade para mejorar el aspecto y que sean más apetecibles, o en algunos casos que durante el proceso de elaboración ha perdido su color. Este tipo de aditivos no es realmente necesario en los alimentos, y da la sensación que con su utilización se está tapando la mala calidad de dicho alimento.
Edulcorantes: se utilizan para dar sabor dulce a ciertos alimentos sin azúcar aptos para diabéticos, o a productos bajo en calorías o light.
Potenciadores del sabor: se usan en productos de sabores fuertes y concentrados.
Estabilizantes y emulsionantes: sirven para elaborar mezclas de agua con grasa que de forma natural es imposible mantener.
Espesantes/gelificantes: sirve para aumentar la viscosidad o para espesarlo.
Acidulantes: modifican la acidez del alimento retrasando la aparición de hongos y bacterias.
Antimicrobianos: protegen contra los microorganismos nocivos para los humanos que alteran los alimentos y causar intoxicación alimentaria.
Antioxidantes: se utilizan en los alimentos grasos para que no se pongan rancios y para que las vitaminas liposolubles no se oxiden.

Si se quiere evitar el consumo de todo tipo de aditivos, lo más recomendable es consumir productos ecológicos, ya que son los únicos que garantizan su total ausencia.





Etiquetado de los huevos

6 02 2007
Todos los alimentos deben llevar su etiqueta específica con determinadas características dependiendo del alimento en cuestión.
Mucha de la información que se nos proporciona en ellas no sabemos que significa o no caemos en la cuenta de que todo lo que necesitamos está en la etiqueta.
En el caso de los huevos, hay dos tipos de etiquetado:
  • El impreso en el huevo
  • En la etiqueta del envase

La información que debe contener impresa el huevo es la fecha de consumo preferente y un código de 11 dígitos de los cuales:

El primer dígito corresponde a la forma de cría que puede ser de producción ecológica (0), camperas (1), suelo (2) y en jaulas (3).

El segundo y tercer dígito corresponde al código del Estado miembro de la Unión Europea.

El cuarto y quinto dígito informa de la provincia de la granja.

Los tres siguientes dígitos indican el municipio donde está ubicado el establecimiento.

Y los tres últimos dígitos identifica a la explotación avícola en concreto.

El etiquetado del envase consta de más información, debido a que el tamaño es superior a un huevo. La información que debe contener es:

  1. La fecha de consumo preferente.
  2. Consejos de almacenamiento (se aconseja mantenerlos refrigerados).
  3. Cantidad de huevos del envase.
  4. Nombre o razón social y domicilio de la empresa que embala o haya mandado embalar los huevos.
  5. Clases del huevo según pesos (Supergrandes o XL de más de 73g; Grandes o L de entre 63-73g; medianos o M entre 53-63g; pequeños o S de menos de 53g).
  6. Categoría de calidad: aptos para el consumo humano (A) o no aptos para el consumo humano (B).
  7. Forma de cría: de producción ecológica, de gallinas camperas, de gallinas criadas en el suelo y de gallinas criadas en jaulas.
  8. Número del centro de clasificación, que es un código de 9 cifras adjudicado por el Ministerio de Sanidad y Consumo que indica que cumple las características para ser un producto consumible por los humanos.
  9. De forma voluntaria se puede añadir más información en la etiqueta.

Hay 4 formas de cría de gallinas:

Las gallinas de producción ecológica se rigen por una normativa específica. Las gallinas deben tener acceso a corrales al aire libre, se tienen que alimentar con pienso procedente de la agricultura ecológica y sólo pueden recibir los tratamientos recogidos en la normativa.

Las gallinas de producción campera están alojadas en una nave aunque tienen acceso todo el día a un terreno al aire libre.

Las gallinas criadas en el suelo son aquellas que están alojadas en naves.

Las gallinas criadas en jaulas están encerradas en una jaula individualmente donde tienen acceso continuo al alimento y al agua. Con esta producción se las separa del contacto directo con el estiércol.